Hola a todos.
Hoy sí que voy a escribir la entrada que anuncié el otro día sobre la “tentación” que puede presentarse en el camino de muchos escritores.
¿A qué me refiero? A algo casi tan antiguo como la humanidad, pero no por eso menos “peligroso”. Buscar el éxito por el éxito con todo lo que lleva consigo.
Quizás alguno me pregunte: “¿pero a ti no te gustaría triunfar y que tus libros se vendieran a millones? ¿No te atrae la idea de ser un escritor de fama mundial y que se hagan versiones cinematográficas de tus novelas?”
¿Cuál sería mi respuesta a esas preguntas? Sencillo: sí, por supuesto. Aunque también tengo que reconocer que es muy probable que enseguida me cansara de tanta notoriedad, porque no soy de los que les gusta estar en el centro de atención más de lo imprescindible. Pero, volviendo a la pregunta inicial, claro que me gustaría tener millones de lectores y que mis obras estuvieran muchísimo mejor valoradas.
Pero… -siempre hay un pero-, no de cualquier manera, no a cualquier precio. Y no me refiero solo a no recurrir a ilegalidades o inmoralidades para lograr ese éxito.
Como no me gusta vagar por las alturas de las generalidades, voy a descender hasta el caso concreto.
Os animo a poneros en la piel de un escritor o escritora que tiene una o varias novelas publicadas. Imaginad que vuestras obras tras mucho tiempo y esfuerzo han llegado a un nivel de ventas aceptable. Para seguir concretando vamos a dar una cifra aproximada… Supongamos que habéis conseguido vender 5000 ejemplares. Para los ajenos al mundo editorial esto puede parecer poquísimo, pero los más cercanos a esta profesión sabrán que llegar a esa cantidad en nuestros días no es algo desdeñable.
Volviendo a la situación y recapitulando, sois escritores, habéis logrado publicar, os habéis “dejado la vida” promocionando vuestros libros y como fruto de ese trabajo las ventas han superado la media nacional, por lo que te sientes más que satisfecho y piensas que, aunque es cierto que la vida es bastante dura, en ocasiones te da ciertas alegrías ;).
Pero, mira tú por dónde, a través de uno de los muchos medios de comunicación de masas, te llegan noticias de una novela o saga que en solo unos meses ha vendido no cientos de miles, sino millones de ejemplares. Tras superar el primer impulso de la envidia, piensas que si eso es así, se deberá sin duda a que ese autor o autora ha logrado crear una obra de gran nivel que merece esa difusión tan espectacular. Quizás no mucho después tengas la oportunidad de leer una de esas novelas de éxito y reconozcas que sí, que se merecía los elogios y las cifras de récord alcanzadas. Pero… -otro pero-, también puede ocurrir que tras leer esa novela o saga pienses: “¿y esto se vende a millones? Pero si no es tan bueno. Es más, es bastante malo… ¡Es más! ¡Mi libro es mejor que esto! ¿Cómo es posible que se venda tan bien?” 😛
Continuando con esta situación imaginaria, vamos a suponer que una vez superada la indignación más o menos razonable comprendes que no hay ninguna conspiración en tu contra y que si esas novelas tienen esos altísimos niveles de ventas se debe a que responden a la demanda de un gran sector del público. Y que, conscientes de esto, algunas editoriales aprovechan el rebufo de libros que se han convertido en auténticos fenómenos de masas para “colocar” otros que se les asemejan, aunque tengan una calidad muy inferior, pero que logran hacerse un hueco en las estanterías de esos lectores ávidos de algo parecido a “eso” que les cautivó.
Podría ocurrir que en tu mente se encendiera una lucecita y que una voz te dijera: “ahí tienes el secreto del éxito. Deja a un lado tu estilo, tus ideas, tus historias, etc. y lánzate por ese camino que te reportará muchos más beneficios de los que has logrado hasta ahora. Imita a los que han triunfado y triunfarás”.
¿Qué harías? 😉
No, en serio, ¿qué harías? No hay nada malo en seguir la estela de aquellos que han captado la atención del público, ¿no? No estamos hablando de plagiar, sino de utilizar esos elementos que a ellos les han funcionado, aunque quizás para ello tengas que cambiar de estilo y escribir de un modo que no te resulte natural, pero eso no está prohibido, ¿no?. Además, hay gente a la que le ha funcionado y si a ellos les ha salido bien, ¿por qué a ti no?
Entonces, ¿qué vas a hacer?
Sí, lo reconozco, a mí me ha pasado todo esto por la cabeza…………. ¡¡Soy humano!! 🙂
Sé que no tengo razón para quejarme, al revés. Me considero un afortunado. Llevo seis novelas publicadas en papel y otra en formato digital, he recibido críticas bastante positivas de todas mis obras (por supuesto que hay gente a la que no le gustan, lo contrario sería muy raro), muchísimos lectores han tenido la amabilidad de enviarme sus felicitaciones… No digo esto para echarme flores, sino para contextualizar. Porque a pesar de todo esto tan positivo, estoy lejísimos de esas grandes cifras de ventas que logran los super-bestsellers y sé que, salvo que cambien mucho las cosas, siempre lo estaré. Por eso alguna vez me han venido las ideas que os ponía arriba y que no voy a repetir.
¿Cuál fue mi reacción? Empezar a pensar un argumento que siguiera los parámetros de algunas de las novelas que han tenido mayor éxito últimamente, darle vueltas a esa idea… Y tener la suerte de tardar poco tiempo en convencerme de que no era eso lo que quería hacer. No es a eso a lo que quiero dedicarme. NO QUIERO ser un autor que imite a otros y escriba solo para tener éxito. Quiero escribir mis historias. Sé que es imposible ser original a día de hoy, después de tantos libros y películas como se han hecho. Pero sí que puedo ser original al contar las historias que se me ocurran a mi estilo, sin esforzarme por imitar lo que han hecho otros.
Casualmente, cuando estaba dándole vueltas a esto, me encontré con unas palabras de mi autora favorita que me sirvieron para afianzarme en mi decisión. Sé que las había leído anteriormente, pero no me habían golpeado con tanta fuerza como lo hicieron en esa ocasión.
Aquí las tenéis:
“No, I must keep to my own style and go on in my own way; and though I may never succeed again in that, I am convinced that I should totally fail in any other.”
(Os las traduzco por si acaso 🙂 )
“No, debo mantener mi propio estilo y seguir mi propio camino; y aunque nunca llegue a triunfar en él, estoy segura de que fracasaría por completo en cualquier otro.”
Jane Austen
(Carta 138 D. 1 de abril 1816 a James Stainer Clarke)
Por si alguno no está familiarizado con esta autora, os diré que Jane Austen es una de las grandes novelistas de la historia de la literatura y que sus novelas son auténticas obras maestras. No soy nada imparcial al decir esto porque soy un superfan de esta escritora ;). Pero sin incidir más en la calidad de sus obras, yo creo que su determinación a continuar fiel a su estilo sin tomar otros derroteros que pudieran ser “atajos hacia el éxito” son un buen ejemplo a seguir para cualquier escritor. Y el hecho de que casi doscientos años después de su muerte siga contando con millones de lectores es un buen estímulo para hacerle caso.
Además, y para terminar, quizás el problema de todo esto radica en que hemos equiparado el éxito a ganar mucho dinero, conseguir el reconocimiento público, lograr la fama… ¿Es eso el éxito? Yo creo que no, o al menos no es la única manera de conseguirlo. Tener éxito es marcarte unas metas y darlo todo por conseguirlas. Es seguir adelante cuando muchos, incluso tu propio subconsciente, te dicen que no vale la pena porque nunca lo conseguirás. Tener éxito es no conformarse con lo que puedes lograr sin esfuerzo.
Hay algunos sucedáneos, pero antes o después acaban decepcionando porque no se puede imitar lo auténtico.
Espero no haberos aburrido con esta reflexión, pero me sirve de compromiso público para no renunciar a mi estilo, que será mejor o peor, pero es mi estilo. Y, repitiendo las palabras de mi querida Jane 😉 :
Aunque nunca llegue a triunfar en él, estoy segura (en mi caso, seguro) de que fracasaría por completo en cualquier otro.
Un saludo
@M_A_JORDAN